domingo, 20 de mayo de 2012

Un cambio es posible pero depende de nosotros


Como bien sabemos la violencia escolar, lleva a los individuos a manifestar su intolerancia en niveles extremos, más allá de la simple indiferencia o de la agresividad verbal, es decir llegando hasta el grado del maltrato físico o asesinato, y esto se amplía en los ámbitos áulicos donde muchas veces se manifiesta de forma directa o  implícita a través del docente, de los programas de estudio y de los propios libros de texto que en  ocasiones imprimen de forma contundente estereotipos orientados sobre la perspectiva de género.



La violencia posee distintas facetas, más aún en la educación donde parece haberse acentuado de manera grave en este año, por tal razón habrá que poner más atención para buscar alternativas de solución, nos atreveríamos a decir que, a través de la acción de educar se ponen en juego diversas dimensiones que trascienden el ámbito exclusivo de la educación. El desafío es, ¿cómo coadyuvar a su entendimiento?, con el objetivo de generar los aprendizajes necesarios para preparar a los individuos para la aceptación del otro como persona, con ello estaríamos entonces dando un paso bastante sólido hacia la construcción de la democracia y de un mundo mejor que todos deseamos en el cual nos tratemos verdaderamente como seres humanos, los unos a los otros sin diferencias de ningún tipo.

Un aspecto fundamental,  es que debemos resignificarnos como sociedad “pensante”, “avanzada”, como nos designan estos adjetivos calificativos y ciertamente  buscar el diálogo, el entendimiento y la apertura  hacia la diversidad


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